Una expresión que se repite una y otra vez a lo largo de la vida, especialmente en los momentos más difíciles. Una expresión que es más fácil decirla que vivirla especialmente cuando lo que se desea se ve imposible, o no lo planeado. Me recuerda el caso de Abraham y su único hijo Isaac, el cuál Dios se lo había dado pero ahora se lo pedía. Cuan difícil aceptar lo inaceptable.
La historia relata la vida de un hombre que creía en Dios, escuchaba a Dios y obedecía a Dios, la prueba máxima fue cuando la petición de Dios era contra toda lógica, esperanza y comprensión.