Los vientos azotaban
las cuatro paredes del alma
En un vaivén de emociones
en la ausencia de luz.
Un grito sale del vacío
sin eco ni dirección
el clamor de un hombre
en su ilusoria embarcación.
Sus recursos uno a uno renunciaban
Era más fuerte la tormenta que inundaba
cada pensamiento entrelazado
en su lógica la desesperación encadenaba su débil corazón.
Entre la frontera de lo visible y lo imposible
En su interior miles de pedazos sin sentido.
Regresar no podía, estancarse sería locura,
se aferró a lo improbable como su mejor cordura.
Su corazón se derretía,
sus pasos se afirmaban
Las olas clamaban, derrotado estás.
Respiración entre cortada,
silencio profundo, su fe guiaba con valor su alma aterrada.
Sea que muera o viva algo haré, pensaba,
sobre sus temores caminaba temblando.
La luz lo alumbró y hasta lo seguro lo arrastró.
Jamás el mismo fue, aunque a su barca volvió.
Por Tiko: #poema
Pastor Diego M 